Cerca de los campos muchos jóvenes se divierten bañándose en los ríos, pero hay veces que solamente se reúnen para hacer maldades y perder el tiempo. Durante la fiesta del Señor de Esquipulas el muchacho Nicho, hijo de doña Micaela, se estaba preparando para ir a las fiestas pero siempre salía a bañarse al río junto con sus amigos.
Su mamá le advirtió que no se tardara ya que corría el rumor de que se estaba apareciendo la Tisigua, una seductora mujer que se burlaba de los hombres en el río. Pero esto no le importó a Nicho y luego de dejar a sus amigos en el río, decidió ir por su cuenta dentro de las pozas para nadar. Justo cuando estaba dentro escuchó una palmada muy fuerte, pensando que eran sus amigos no hizo mucho caso. Pero después escuchó un silbido aún más fuerte, salió a ver a sus amigos pero ellos ya se habían ido.
A pesar de esto se metió de nuevo al agua para terminar de enjabonarse y justo cuando se limpiaba los ojos vio frente a él una mujer muy guapa que salía del agua. Era rubia, de ojos azules y con una sonrisa que lo dejó impresionado. La mujer salió del agua y comenzó a caminar, Nicho no quiso perder el tiempo y fue tras ella sin importar que las piedras lo lastimaran. Pero pronto recordó lo que había escuchado sobre la Tisigua y se detuvo.
La malévola mujer lo miró, se comenzó a carcajear y del agua comenzó a salir un olor a azufre. Ella desapareció dentro de las aguas y Nicho salió corriendo como pudo para volver a su casa. El pobre se volvió loco y aunque su mamá lo llevó con un curandero nunca pudo recuperar la razón. Ahora se puede ver a Nicho mendigando en las calles, contando su historia pero sin saber a dónde ir. Trata de advertir a otros hombres sobre esta mujer que se aparece con tanta maldad en los arrollos.