Leyenda de la Planchada

Esta historia de Terror, nos lleva al Hospital General de la Ciudad de México en el que hasta hoy en día continúan los relatos de algunos pacientes que se internaron ahí y que estuvieron al borde de la muerte. Mencionan que después de la media noche, recibieron la ayuda de una enfermera muy atenta, pulcra, con su vestido blanco y almidonado, que era seria pero a la vez hermosa. Preguntando al día siguiente en el nuevo turno, les comentaban que no trabajaba ahí alguna enfermera que se ajustara a la descripción y que por las señas que mencionaban debía haber sido el fantasma de la planchada.

Cuenta la leyenda que, en la Ciudad de México, alrededor de la década de los 20s en el siglo pasado, existió una joven enfermera llamada Eulalia que estaba comprometida con su trabajo de atender y ayudar a sanar a los pacientes que le encomendaban. Mostraba signos de felicidad porque se tomaba muy en serio el papel de su trabajo y se sentía orgullosa de ayudar a salvar vidas.

Los días transcurrían con normalidad hasta que conoció a un doctor apuesto del que se enamoró perdidamente. El doctor era muy déspota y engreído con los pacientes, pero para ella era simplemente el hombre de sus sueños.

Pasaron algunos años felices y llegaron los planes de boda, en los que ella había soñado por mucho tiempo y que mejor forma de hacerlo con el hombre que amaba con tanta fuerza. Sin embargo, unos días después, su novio le comentó que debía tomar un seminario en el extranjero por solo seis meses, pero que al regresar continuarían con los planes de casamiento.

Eulalia no tuvo más opción que esperar a su amado y continuó haciendo el trabajo que más le gustaba. Hasta que, en una ocasión, otro doctor que le pretendía la invitó a salir, a lo cual respondió con un rotundo rechazo, porque esperaba a su novio de vuelta para casarse con él. Este doctor que conocía a su novio y le comentó que un mes atrás se había casado con otra y que lo del seminario habían sido solo mentiras.

La decepción y enojo de Eulalia fue tal, que se empezó a desquitar con los pacientes, siendo grosera y déspota con ellos, haciéndoles curaciones mal hechas y dejando pasar las horas de los medicamentos, hasta que muchos de ellos poco a poco comenzaron a morir. Esto agravó aún más sus sentimientos de frustración y remordimiento, lo que estalló en salirse de trabajar para quedar en cama, sin beber agua, ni alimentos, ya que lo que ella pretendía era dejarse morir lentamente hasta que por fin lo consiguió.

Dicen que como castigo a los malos tratos que dio a sus pacientes, tiene que acudir a la ayuda de ellos cuando verdaderamente lo necesitan.

Y tú, ¿Conoces a alguien que la haya visto?

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Última modificación: 12 diciembre, 2018

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